Prácticamente tod@s conocemos el método Lean y sus beneficios para las empresas.
Esta metodología que tiene su origen en Japón ya hace más de un siglo, concretamente en la factoría de Toyota con Taiichi Ohno como el impulsor del en su día denominado «Toyota Production System» (TPS). Promueve la optimización de los recursos en todas las cadenas de suministros.
Es un entorno ideal para la aplicación de fórmulas que aporten eficacia y eficiencia.
Ya hace unos años que lleva aplicándose, a nivel global en prácticamente todas las grandes empresas. También ha sido un referente para otras de nueva creación. El ejemplo lo tenemos con Eric Ries y su famoso libro Lean StartUp, que prácticamente es un hito para las empresas tecnológicas.
Analizar los procesos, analizar resultados como parte del proceso de mejora, ser organizados, limpios y seguros y aprovechar al máximo los recursos, es una pequeña parte de las actividades necesarias para el buen funcionamiento de la metodología Lean en la cadena de suministros.
Pero, por otra parte, esta también nos propone Alinear la producción con las necesidades, es decir reducir Stock.
Evidentemente en el caso de una empresa de suministros, ocupar un espacio productivo de un producto con rotación es más rentable que ocuparlo con uno de menor rotación.
Pero ¿Qué pasa si en un momento determinado nuestro cliente necesita una de esas piezas de menor rotación? Obligas al cliente a ralentizar sus procesos y se acaba rompiendo la cadena de suministro.
La reducción de stock para optimizar y rentabilizar espacios claramente agiliza y rentabiliza a las empresas, por otra parte, las permite crecer en otros productos. Pero nos olvidamos del cliente y perdemos la especialización.
Es importante mantener un pequeño espacio para producto de menor rotación y cubrir las necesidades de nuestros clientes.
Parte de nuestra esencia está en que cuando la gente se encuentra en sus instalaciones con una pieza poco común, en nuestras instalaciones las puedes encontrar.
